Crónica de un no ganador.
Minuto catorce, segundo cincuenta y siete, acabo de cruzar la meta. La carrera por fin se acabó. ¡Oh si! Así no quería. Hacerla en más de cuatro horas no fue nunca parte de mi plan.
Los violines suenan majestuosamente y este es mi momento. ′Going the distance′ dixit, Rocky Balboa me manda su canción en este momento, es la señal. Sí que lo es. A los 6 kilómetros a un ritmo muy cómodo de 5 minutos y 12 segundos por kilómetro (5:12/km) voy pasando sobradamente a los corredores del costado abriéndome paso en el asfalto, rompiendo los grupos formados por los clubes de runners, adelantando por las veredas, con la postura erguida, la más adecuada, sin talonear, la zancada perfecta, los brazos formando 90º, la mirada siempre al frente, los lentes oscuros para que ningún mosquito se estrelle directamente sobre mis ojos, pobres de ellos morirán atropellados por esta máquina de correr, las manos como agarrando huevos. Todo va mejor de lo planeado. Llegaré en menos de 3 horas y media. Mi cuerpo responde fantásticamente, la estrategia de dividir la carrera en 3, donde la primera la correría a 6:00/km, la siguiente a 5:30/km y la última a 5:15/km ya no tiene sentido, me mantendré a este ritmo. Si la hago. Cinco meses de entrenamiento duro y parejo, de despertar a las 4:30 am todos los días para correr siguiendo el plan para maratón nivel intermedio de Garmin ha dado sus frutos. Ya pasé al pacemaker (o liebre) de las 4 horas, al de las 3 horas con 45 minutos ni lo vi. Voy a la caza del azul, el de las 3 horas con treinta y me mantendré a su ritmo cuando lo alcance. Hoy no me toca correr, hoy volaré.
Kilómetro 25. Voy a guardar energías para quemar los últimos 10 kilómetros. Si eso haré. El trayecto de la carrera pasa por la ruta que hice con Ana María, por el Golf de San Isidro, Salaverry y Javier Prado. Fue genial haber sido su cómplice en su primer 10K hace un mes preparándonos para esta tremenda carrera. Ella 10 y yo 40. La romperás, Anita. Mi Magdalena querida, la vieja avenida Brasil por donde desfilaba en mis épocas del colegio, me recibe con su húmedo clima que le baja los calores corporales y me refresca. Estoy que ardo como avión en llamas. Me encuentro con un tremendo trail runner en un tramo de la ruta, el buen Manuel Ignacio. Es como encontrarme con la familia en tierras extrañas. ¡Montañas, espérenme! Ya iré a acariciarlas y deleitarme de sus texturas bajo los pies, sus colores de fiesta, del aire sanador, los siempre verdes campos y la sonrisa de los campesinos. Ya llego. Pero ahora déjenme guardar energías que la ruta que viene es de subida por la avenida del Ejército y antes que otro corredor de montaña, lo sé por sus implementos: medias compresoras, mallas, jersey ceñido y cinturón de hidratación, intente siquiera adelantarme. Ay fo.
¿Cómo se toma el agua en vaso mientras corres? Se me derrama en el intento. No hay de otra, tengo que parar. La hidratación en toda la carrera es la correcta, solo tomo lo necesario, menos de un vaso, 150 mililitros. No llevo ningún implemento que me genere algún peso innecesario, solo un canguro plano donde solo cabe el dni, las barras energéticas (solo 2) y un par de geles de la gran Soni Power, el tercer gel lo tomaré en el kilómetro 35 para el remate de la carrera. Hasta el mp3 tiene las canciones necesarias, ni un kilobyte más, ningún peso extra es la regla. Estas zapatillas nuevas son ligerísimas, aunque me recomendaron tenerlas dominadas quince días antes, pero con los trotes de esta última semana son más que suficientes. Hace poco no más, en diciembre, corrí mi primer maratón con el apoyo y asistencia de Sonia. A pesar de no haber sido oficial, la ruta que armé fue muy bonita, pasé por los mejores paisajes urbanos habidos y por haber para correr: Caminos del Inca, Pentagonito, San Borja Sur, Del Parque Sur, Aramburú, El Olivar, la Arequipa, el parque De La Reserva, Campo De Marte, Salaverry, el malecón de Miraflores, el Reducto, el Cortijo, Castilla, San Roque y terminé en mi vieja ′Pampa Urbana′, entre Próceres y Precursores de Surco. Esa vez la hice en 4 horas y media sorteando los autos, parando cuando el semáforo me lo pedía y esperando a Sonia cuando se me perdió después del kilómetro 35. Yo corría y ella me pasaba los geles, las barras y los ánimos desde su bicicleta. Mi primer maratón ¿cómo olvidarlo? Y eso que la misma noche también corrí la 10K de Nike. Ahora no hay Sonia ni semáforos, solo corro, corro solo. ¡Ya vi! El agua se toma doblando el vaso, haciendo un pico.
Acabo de ver a la liebre de las 3 horas y media, ahorita lo alcanzo al compadre. Ya pasé el famoso kilómetro 30, el bendito muro de los 30K. Yo estoy fenomenal. Paredes ni muros van conmigo. Psicológicamente estoy más que listo, es más, puedo dar consultas. Si la primera vez no la sentí, esta menos. Después de la avenida Ayacucho viene pura bajada, ahí seré, yo mismo soy, ya no ya. El último gel, medio plátano, hidratante, faltan menos de 10 kilómetros, ahora es cuando. Seguiré el ritmo de Andrea, my personal sprinter, quien me hizo comer el polvo de sus zapatillas cuando corrimos por el Pentagonito. Un, dos, tres, ahí vamos. ¡No puede ser!, esto es… un calambre. ¡Un calambre! ¿Ya que hago? No subiré el ritmo por ahora. ¡Rayos! ¡Calambre del mal! Es uno chiquito, aquí en el muslo derecho. ¡No! ¿Por qué ahora? ¡Esta es mi carrera! Vamos piernita, nunca te acalambraste en el asfalto y ¿ahora se te ocurre? Vamos nena, somos un equipo ¿recuerdas? Vamos lento, hasta que pases y luego quemamos el asfalto, mira que hemos estado viniendo a 5:30/km para guardarnos para este momento. ¿Qué son 10 kilómetros? ¡No son nada! De repente experimente una inminente frustración ¿Será posible que me pase esto? ¿A mí? Debe ser parte de las anécdotas que contaré de esta carrera. No me preocuparé. Plan B, llegaré en 3 horas y 45. Aún no me pasa la liebre. Parque Mora, rumbo al Golf, el trayecto es pura subida a partir de ahora. ¿Qué lindos son los que armaron esta ruta? Finalizarla subiendo… ¡Malvados! ¡Vamos no más! Pam pam para pam pam pam para pam… esa es la canción, ′Gonna Fly Now′, Rocky nuevamente. ¡Resiliencia, sal del closet! ¡Haz lo tuyo! Un señor en bicicleta está a mi costado, me ofrece agua. Si por favor. Es un ángel de la guarda. Seguimos. A esta altura la distancia entre los corredores es grande. Casi siento correr solo. Au. Un batallón pasa a mi costado. No puede ser, el pacemaker de las 4 horas. Ya ¡Que mierda!, seguiré su ritmo, así me rompa la pierna, debe estar yendo a 6:00/km, ese es mi ritmo de trote lento. ¡Rayos, se están alejando! Ya fui. Si tuviera una toalla en este instante la tiraría, literalmente.
¿Qué pasó? Lo sabía, no debí correr tan rápido al inicio ¿Qué estaba pensando? ¿Cuántas veces he corrido más de 33 kilómetros? Solo en mi anterior maratón y en mi cumpleaños número 33. Claro pues, esto es un nuevo mundo. Correr a 5:12/km ¿a quién se le ocurre? No debí tomar esa cerveza ayer, debí comer más sanamente las semanas anteriores, mucha cancha en el cine, mucho guiso en el almuerzo y la fruta, bien gracias, no se me antojaba y prefería un rico cheesecake a media mañana. Debí tomar más agua todos los días. ¿Sabes qué? No estoy hecho para esto. ¡Abandono!
No soy el único en querer abandonar, hay varios que están tirados en las bermas, en las veredas, en los jardines. Muchachos no se rinda, pensé. Hay alguien que si grita lo que pienso: Si vamos, no pares, camina siquiera, vamos. Definitivamente, esta carrera la voy acabar a cómo de lugar. Au. Otro calambre, en el otro muslo. ¿Así que me la quieres complicar? ¡Ya verás! Un punto de hidratación. Agua y Powerade por favor, el hidratante para mi sed y el agua para mis piernas. ¡Qué buena sensación!. Sigo. Au ¡No! Otro más, ahora en la pantorrilla derecha. Espíritu versus cuerpo, mente versus dolor. Ni hablar, aquí mando yo ahora. He dicho que vamos y vamos. Kilómetro 41, ya estoy en Juan De Arona. Uy. ¿Y estos muchachos en bluejeans y calzando slaps? Ah, están acompañando a… debe ser su tío o su padre. ¡Wow! Mierda. Si tuviera hijos, quisiera que hagan esto por mí, acompañarme al llegar a la meta. Gracias muchachos, vamos vamos. Señor, sus hijos son lo máximo. Seguro la esposa lo espera al final con un ramo de flores, lágrimas en los ojos y un suculento beso. Como diría el negro mama: Algún día. Ya falta poco. Lo único que quiero es acabar. Siempre he dejado todo en los últimos quinientos metros. ¡Ahora! Au, por abrir más la zancada sentí un espasmo en la ingle. Mejor vuelvo al mismo paso. ¿Quién me llama? Franpisco, Luz, muchachos, miren mi pierna, me duele. No esperaba a nadie realmente. ¡Qué sorpresa!. Solo quiero cruzar, quiero que se acabe. La liebre de las 4 horas con 15 me acaba de pasar un par de pasos antes del arco de la meta.
Acabé.
Después de todo lo hice mejor a comparación de mi primer maratón por quince minutos menos. Esto amerita una venganza. Maratón, nos veremos la siguiente vez y esta vez será en las 3 horas y media que quiero. Ya verás. Si Kilian Jornet no ganó el Transvulcania de este año, pues yo tampoco este Lima 42K 2014. Nos guardamos para la próxima. Ahora solo quiero un masaje.
Jerry Ccanto
Surco, 18 de mayo de 2014